Zero Trust: navegando los desafíos de la ciberseguridad
Escrito por Alberto Nguema, Ingeniero IT Senior y Responsable del Sistema en el ENS.
En un mundo cada vez más digital e interconectado, el modelo de seguridad Zero Trust ha surgido como un enfoque fundamental para proteger a las organizaciones frente a amenazas cibernéticas cada vez más complejas. Ahora, las organizaciones ya no pueden permitirse asumir que cualquier usuario, dispositivo o aplicación es intrínsecamente confiable. El marco de Zero Trust, basado en el principio de “never trust, always verify”, ofrece un enfoque dinámico y sólido para asegurar los entornos empresariales, pero su implementación es un desafío constante.
La creciente necesidad de Zero Trust
La expansión del trabajo remoto, los servicios en la nube, las políticas de “trae tu propio dispositivo” (BYOD) y el Internet de las Cosas (IoT) han ampliado drásticamente la superficie potencial de ataque. Según Cybersecurity Ventures, se espera que los daños causados por el cibercrimen a nivel global alcancen los 10,5 billones de dólares anuales para 2025, siendo las credenciales comprometidas y los movimientos laterales dentro de las redes una parte sustancial de estos ataques.
En su esencia, Zero Trust se basa en varios principios fundamentales: seguridad centrada en la identidad, microsegmentación, acceso con privilegios mínimos y monitoreo continuo. El Informe de Protección Digital 2023 de Microsoft reveló que el 98% de los ciberataques podrían mitigarse mediante prácticas básicas de Zero Trust, como la autenticación multifactor (MFA) y la verificación de dispositivos. A pesar de estos beneficios, la implementación en el mundo real sigue siendo un reto. Según una encuesta de Gartner de 2023, aunque el 63% de las grandes empresas había desarrollado una estrategia de Zero Trust, solo el 27% la había operacionalizado con éxito en todos sus departamentos.
El ataque a SolarWinds en 2020, en el que se infiltraron a más de 18.000 organizaciones mediante una actualización de software comprometida, evidencia las vulnerabilidades de los modelos de confianza implícita. Una vez dentro, los atacantes explotaron la falta de restricciones en los movimientos laterales. Una arquitectura de Zero Trust, con controles de acceso granulares y autenticación continua, podría haber reducido significativamente el alcance e impacto de la violación.
La complejidad de la implementación
Los entornos empresariales modernos son híbridos por diseño, y esta mezcla exige una aplicación de políticas fluida, visibilidad en tiempo real y gestión de identidades escalable. Por ejemplo, una empresa global con operaciones en más de 30 países podría gestionar decenas de miles de identidades, terminales y APIs, todos ellos requiriendo verificación y monitoreo constante.
A ello se suma el cambio cultural requerido. Zero Trust no es solo una transformación tecnológica, sino que exige una reconfiguración de las normas organizativas. Los empleados deben adaptarse a protocolos de autenticación más estrictos y a un acceso predeterminado más limitado. Según Gartner, más del 58% de los CISOs señalaron la resistencia del personal como una barrera clave para la adopción de Zero Trust. Superar esto requiere una gestión del cambio integral, patrocinio ejecutivo y educación continua.
Desde el punto de vista financiero, los costes iniciales para implementar Zero Trust pueden ser significativos: desde 245.000 hasta más de 1,92 millones de euros, dependiendo del tamaño y la complejidad de la infraestructura de la organización. Sin embargo, estas inversiones suelen traducirse en rendimientos significativos. Una investigación llevada a cabo por Forrester informa de que las organizaciones con despliegues maduros de Zero Trust experimentan un 50% menos de ataques y ahorran un promedio de 1,5 millones de euros al año en costes relacionados con brechas de seguridad.
Mirando al futuro: la evolución del Zero Trust
A medida que las amenazas cibernéticas continúan evolucionando, también debe hacerlo Zero Trust. Las futuras iteraciones probablemente integrarán detección de amenazas basada en IA, análisis de comportamiento y aplicación automatizada de políticas. En este contexto, Zero Trust no es un proyecto puntual, sino una evolución estratégica a largo plazo.
Amenazas emergentes, como campañas de phishing generadas por IA y fraudes de identidad habilitados por deepfakes, subrayan la urgencia de una mejora continua. Las organizaciones deben tratar Zero Trust como un marco vivo, uno que se adapta en tiempo real a un panorama de amenazas en constante cambio.
Además, la infraestructura heredada presenta un obstáculo importante. Muchas organizaciones aún dependen de sistemas obsoletos que no son compatibles con los principios modernos de Zero Trust. Integrar herramientas contemporáneas de gestión de identidades y accesos (IAM) con plataformas heredadas requiere una planificación e inversión cuidadosas.
La ruta estratégica para avanzar
A pesar de las complejidades, los beneficios de la Zero Trust son convincentes. Con una gobernanza clara, alineación interfuncional e implementación por fases, las organizaciones pueden construir posturas de seguridad más resilientes y adaptables. Las soluciones de seguridad como Colt IP Guardian, que detectan y mitigan proactivamente ataques dentro de la red, ejemplifican cómo las tecnologías específicas pueden reforzar un entorno de Zero Trust.
En última instancia, adoptar Zero Trust ya no es opcional, es un imperativo estratégico. A medida que las amenazas digitales se intensifican, las organizaciones que actúen con decisión, inviertan con inteligencia y evolucionen de forma continua estarán mejor posicionadas para proteger sus activos, su reputación y su futuro.
